Seguro que has comprado algo que no necesitabas simplemente porque en ese momento no supiste rechazar esa oferta. O quizás, has asistido a algún evento al que no querías ir, por “compromiso”.
Seguro que te has visto haciendo algo por alguien que no tenías ganas de hacer, solo porque pensar en decir que no, te hace sentir tan mal, que prefieres no decir nada y hacer lo que te piden.
Aunque hay personas que no tienen ninguna dificultad para defender sus opiniones y valores ante los demás, casi todo el mundo, en un momento u otro, ha acabado cediendo ante la insistencia o los
argumentos de alguien más hábil, que ha conseguido que hagamos alguna cosa que, o no queríamos hacer, o se encuentra en contradicción con nuestros valores.
La capacidad de hacer valer la propia opinión ante los demás se llama asertividad. Ser asertivo consiste en ser capaz de plantear y defender un argumento, una reclamación o una postura desde una
actitud de confianza en uno mismo. Es poder trasmitir a otra persona tus posturas, opiniones, creencias o sentimientos de manera eficaz y sin sentirse incómodo.
Sería la capacidad de conseguir nuestros objetivos de la forma más adecuada.
La asertividad es un estilo de comunicación interpersonal y como tal, se puede aprender.