Desde siempre hemos recibido el mensaje de que comer saludable tiene que ver con hacer dietas restrictivas en las que se clasifican los alimentos en “buenos” y “malos”, sin embargo, nada más lejos de la realidad.
Una relación saludable con la alimentación implica saber escuchar al propio cuerpo, respetarlo, cuidarlo y trabajar con nuestras emociones,
en lugar de guiarnos por reglas rígidas que nos obligan a comer de determinada manera para encajar en un ideal de delgadez absurdo e inalcanzable que nada tiene que ver con la salud.
La alimentación es, muchas veces, un reflejo de cómo nos sentimos a nivel emocional. Por ello, el enfoque de la psiconutrición está más que justificado, no se puede ver al cuerpo por un lado y la mente por otro.