En la alimentación y el comer se encuentran aspectos positivos y negativos de amplio espectro.
El niño desde sus inicios experimenta una amplia gama de sentimientos y emociones positivas en el acto de comer como: el placer del gusto, el cariño, confort, protección, amor,
o sentimientos negativos como: el hambre no saciada, la irritación, la inseguridad, el descontrol, el miedo y algunas insuficiencias.
Por otra parte, los actos de comer y beber no sólo representan una conducta biológica destinada a la supervivencia,
sino que son actos que tienen en conjunto un gran significado social y cultural.
Por lo tanto, el problema de la ingesta de comida necesita considerar aspectos que van más allá de la nutrición,
porque lo que está en juego es el ser humano en su totalidad, incluyendo sus emociones, sentimientos, comportamientos, y por tanto su personalidad.
Hay diferencia cuando nuestro cuerpo necesita nutrientes se produce la sensación de hambre, es hambre fisiológico,
por lo que cualquier alimento cubre la necesidad del organismo y cuando está cubierta se produce la sensación de saciedad.
Por otro lado, se produce la apetencia de algo muy específico que queremos consumir, cuando esto sucede, se trata de necesidad emocional y las distintas asociaciones
con el placer o la insatisfacción.