Busca las causas de la culpa y actúa en consecuencia. En realidad sentirse culpable no es del todo negativo, puede ser una señal que
nos permita aprender de nuestros errores y crecer. Si nos sentimos culpables porque le hemos dicho algo ofensivo a alguien o porque le
dedicamos demasiado tiempo al trabajo y muy poco a la familia, la culpabilidad es un signo de alarma que nos indica que debemos
detenernos en el camino y reflexionar sobre lo que estamos sintiendo. Esta sería una “culpa sana” pues conduce a un cambio positivo,
obviamente, siempre y cuando ajustemos nuestro comportamiento.
Asume tu cuota de responsabilidad. En este punto, más que hablar de culpa, una palabra que tiene un significado cultural altamente
negativo, sería mejor hacer referencia a la responsabilidad. Analiza la situación: ¿hasta qué punto tu comportamiento o palabras han influido?
¿Qué podías hacer para evitar el daño? ¿Te comportaste de forma consciente o has cometido un error sin querer?
A menudo en la base de la culpa se encuentra la creencia de que podemos controlarlo todo pero en realidad el grado de incertidumbre
que existe a nuestro alrededor es altísimo y hay muchos factores se escapan de nuestras manos.
Acepta el error y aprende de él. No tenemos la posibilidad de cambiar el pasado pero podemos transformar el presente.