Las personas deben bastarse a sí mismos y hacerse cargo de lo que le fue asignado, de las consecuencias de sus decisiones y hasta entonces, sólo si pide ayuda, acude.
No seas presuntuoso y no esperes poder ayudar a todos, nunca te obligues a brindar algo que no será valorado, solo es posible ayudar a aquellos que están
preparados y humildes para aceptar la ayuda que sale de tu corazón, sin sentirla como intromisión.
Una persona que sufre; ve el mundo a través de su dolor, por lo que es sorda, ciega, incrédula y egoísta muchas veces.
Si intervienes en el sufrimiento ajeno sin ser llamado y estar preparado, verás el rostro de la ingratitud, además de cargar con la mala energía del otro.
Recuerda que el hombre es capaz de contagiar con su sufrimiento y eso no te será útil.
Procede por tu camino resolviendo tu propia vida en silencio.
Solo si estás haciendo tu propio camino encontrarás la fuerza y sabiduría necesaria para ayudar a la gente a levantarse.