Las personas no se sienten digna de ser feliz, esto abarca todo tipo de relaciones. No es que sean poco atractivos o tengan carencias de habilidades sociales,
sino que en esencia, lo viven como si estuvieran programados de esta forma.
En lo profundo existe la creencia de que uno no es merecedor de consideración, amor y respeto.
La emoción de base suele ser la depresión y la resignación voluntaria a sufrir: "Ésta es la vida que me tocó asumir".
La baja autoestima es evidente y la auto-percepción gira alrededor de una minusvalía radical, la cual hace que estas personas se sientan
menos que los demás. Obviamente, dentro de este esquema, el rechazo afectivo de la pareja y la violación de sus derechos se consideran
casi que justificados.
El abuso en la primera infancia suele estar relacionado con este esquema autodestructivo y su manifestación es la sumisión y la aceptación
resignada de cualquier tipo de humillación.
En este esquema, los pensamientos negativos frente a uno mismo son: "No soy merecedor(a)", "Soy un fracaso", "Soy miserable", "Soy poca cosa".
Entonces, la conclusión es: "Merezco sufrir porque no tengo dignidad", "Es natural que no me amen de la mejor manera"
Por lo tanto, ese tipo de personas son las que atraerá a su vida.