Los insultos, amenazas, gritos o desvalorizaciones no han de tolerarse en ningún caso, pues son una forma de
violencia que hiere profundamente.
Es importante saber gestionar nuestras emociones para que la rabia no nos domine, es preferible tomarse un tiempo
antes de responder, o posponer la discusión a otro momento si estamos muy nerviosos, antes que perder los estribos.
Por otro lado, no debemos tolerar nunca las ofensas a nuestra persona: es importante ponerles límites, uno puede
expresar un desacuerdo, pero siempre debe ser con respeto.
Las faltas de respeto lo único que consiguen es separar emocionalmente y destruir el cariño entre dos personas.
Por lo que el respeto ha de estar siempre por encima de todo.
No se trata de no enfadarse nunca, o de no decir lo que nos molesta: se trata de hablar siempre con respeto hacia la otra persona.