Las relaciones “de límites claros”. Se diferencian por tener acuerdos mínimos de funcionamiento de la relación
negociados de manera adecuada, la posibilidad de complementar proyectos o visiones tanto comunes como
personales armónicamente, además de una nutricia aceptación y resolución de conflictos.
Los límites claros permiten construir relaciones en las que el disfrute conjunto en la interacción y el desarrollo
de los sentidos de vida individuales pueden convivir de excelente manera.
Podría parecer que esto ocurre solo a nivel del espacio interpersonal, pero también impacta de manera radical en
el nivel más individual de nuestra forma de vivir.
Para una persona que desarrolla la habilidad de negociar límites claros con los demás es probable que también resulte
más sencillo y provechoso reconocer sus propias formas de ver las cosas, emociones, acciones y, en definitiva,
sus propias necesidades afectivas y de desarrollo.