Cuando hay dos, no hay certezas y cuando se reconoce al otro como un 'segundo' soberano, no una simple extensión,
o un eco, o un instrumento o un subordinado mío, se admite y se acepta esa incertidumbre. Ser dos significa apenas
un futuro indeterminado.
Algunos autores hablan de que hay dos ADN uno es genético; el otro, espiritual. Y así como hay un inconsciente colectivo
de la humanidad, creo que hay también un inconsciente colectivo de la familia. Son saberes, habilidades y vocaciones que
se transmiten a los nuevos miembros pero no con la palabra, sino a través de algo intangible que en cada generación cae
en un depositario, que es quien está más permeable y lo toma o lo acepta tal cual es, hay que tener en cuenta que no
todas las herencias se deben aceptar.
Ser un buen antepasado no es un trabajo fácil. A veces, simplemente porque la era en la que vivís no te lo permite.