lic. maria maldonado

Nadie pierde por dar amor, ofrecerlo con sinceridad, con pasión y delicado afecto nos dignifica como personas.

Estamos programados genéticamente para conectar entre nosotros y para construir lazos emocionales con los que sentirnos seguros, con los que edificar un proyecto.

Vivir es amar y amar es dar sentido a nuestras vidas a través de todas las cosas que hacemos: nuestro trabajo, nuestras aficiones, 

nuestras relaciones personales y afectivas…

Si renunciamos a amar o nos arrepentimos por haberlo ofrecido, renunciamos también a la parte más hermosa de nosotros mismos.

El amor ayuda a nuestras defensas. Así es, al liberar endorfinas la sensación de felicidad es mucho mayor por lo que al mismo tiempo 

se mejora el funcionamiento del sistema inmunológico y nos ayuda a mejorar las defensas ante enfermedades. Disminuye el estrés. 

Atrévete a amar, vale la pena arriesgarse.