Cuesta trabajo aceptarla y entenderla, porque no aprendimos a fluir con ella, ni a hacerla parte de nosotros, parte de la naturaleza.
Es importante ser conscientes. Aceptarla, normalizarla, e intentar vivirla sin angustia; porque no se trata de temer a la muerte, sino de disfrutar de la vida.
Si pudiéramos comprender que no somos un cuerpo con espíritu, sino un espíritu con un cuerpo temporal para transitar un ciclo de vida terrenal y que cuando
un Ser querido abandona este mundo material en el que experimentamos la Vida, está naciendo en otros planos de existencia continuando con su libre evolución.
Si abandonamos el apego, el sufrimiento y activamos el amor incondicional hacia la persona que ha emprendido el viaje a otro nuevo mundo, los sentidos del
alma podrán percibir la energía y el amor del ser querido que se fue sin tanto dolor.